El aprendizaje y el desarrollo de las competencias
Javier Vargas Beal ,23 Mayo 2005.
Respondiendo a la interrogante de esta semana:
¿El aprendizaje es algo tan trivial que se puede observar y medir con base en unas simples preguntas a propósito de unos contenidos cualesquiera?
Considero que el aprendizaje no es una actividad trivial, ya que, evaluar por competencias, requiere una evaluación integral, en la que sean considerados aspectos procedimentales, actitudinales y congnitivos.
Es común en nosotros los docentes diseñar instrumentos de evaluación donde se pretende que el estudiante demuestre que posee los conocimientos suficientes para aprobar un curso. Estas evaluaciones por lo general van encaminadas a que demuestren sus capacidades memorísticas en algunos casos, para la resolución de problemas de manera mecánica o de manera razonada en otros casos. Pero nunca tienen la intención de medir las capacidades o habilidades adicionales al currículo que le sirvan para mejorar su desempeño o actuación en la vida diaria y sin tomar en cuenta los cambios en su estructura interna que le harían saber que han tenido un desarrollo intelectual, emocional y actitudinal par ellos mismos y hacía su entorno.
De acuerdo a lo que nos dice Javier Vargas en el escrito “el aprendizaje y el desarrollo de las competencias”, el aprendizaje juega un papel determinante cuando se conceptualiza como la apropiación de la realidad que el alumno asimila transformándose así mismo, por tal motivo nosotros como docentes debemos diseñar situaciones problemáticas que tengan el propósito de comprenderlos y resolverlos fomentando el desarrollo de competencias.
Los logros que pretende la educación van más allá de formar estudiantes competentes, lo que realmente se pretende es forjar jóvenes que sean capaces de enfrentar los retos de la vida misma. De ahí destaca la afirmación de Vargas: “De no acompañar el desarrollo de las competencias con reflexiones de fondo, las instituciones educativas podrían acabar transformando la formación que hoy se asume como una formación inteligente y ética para servir, en una formación automatizada y eficiente para ganar”
Así pues nuestra labor docente es demandante, pero no por ello menos noble y gratificante.
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